HCJ: Chuperjirow

La tercera es la vencida.

Hoy, mi cuata D. por fin logró llevarme a desayunar.
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Ella es una cuata muy suaaave, de plática sencilla, fácil y muy casual. Ella es de otra área, pero suele visitarme para usar la impresora de mi oficina. Con tremendos documentos de hasta 200 hojas siempre hay tiempo de charlar unos 10-15 minutos. Me agrada porque es muy cómodo hablar con ella de cualquier tema. El clima, coches, jefes, escuela, comidas, chistes, películas y hasta de carpintería… cualquier tema fluye muy bien con ella.
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El otro día se le hizo tarde, y yo como buen cuate le hice el favor de checar su tarjeta de entrada. Ella amablemente me invitó a desayunar pero yo, con mi estúpida audacia antisocial le mentí y le dije que ya había desayunado. Para colmo mi jefe y mis compañeros escucharon la plática y ya no pude salir más tarde a desayunar. Esa vez me gruñeron las tripas todo el día.
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Algunos días después ella me refrendó la oferta, y de alguna manera logré evadirla nuevamente. Yo me sentía muy a gusto con su amistad de la manera en que la conocía hasta ese momento, un tanto impersonal, un tanto superficial, pero segura. Supongo que lo que en verdad estaba evadiendo era el riesgo de profundizar tanto como para encontrar diferencias.
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La tercera es la vencida.
Hoy ella me sorprendió temprano por celular para preguntarme si ya había desayunado. Yo vine a la oficina mas dormido que despierto y la cafeína de mi café sin azúcar aún no me hacia efecto. Esta vez no encontré más excusas y le acepté el desayuno. Además, yo estaba muy hambriento.
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Pues bien, sobreviví a tan temido desayuno sin ningún problema. Fue un desayuno exprés, ligero, rápido, con mucha de esa plática tan cómoda y fluida que a ella le caracteriza. Me ha sentado bien. Y no, no estoy hablando de las 4 tostadas que me comí. Me ha sentado muy bien ese pequeño evento en esta etapa mía en la que me he encerrado en mi papel de ermitaño.
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Es bueno saber que con algunos seres humanos es posible interactuar apaciblemente.